Es esencial reivindicar e incorporar a la Enseñanza el rol del Diseño como práctica profesional, cultural y económicamente productiva. En muchos de nuestros países el Diseño sigue siendo poco reconocido como actividad una económica relevante, como parte integral del desarrollo y la implementación de la innovación de productos y sistemas. Su inclusión explícita en las políticas nacionales de fomento a la Innovación y las prácticas del sector productivo, no puede más que redundar en un impulso a la capacidad competitiva de los países en los mercados abiertos, a su crecimiento sostenible y al mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. Esto implica formar con un planteamiento estratégico en materia de innovación abogando por una economía inteligente, sostenible e integradora que genere altos niveles de empleo, productividad y cohesión social. En este marco es importante analizar en profundidad cómo se relaciona la Universidad con la empresa y el tejido productivo.