*Territorio: terreno acotado — que se debe administrar — espacio habitado que se defiende como propio — esfera de acción 

 

El diseño se muestra, cada vez más como una actividad transversal.

Superado su papel inicial como un arte aplicado y su concepción como la hermana joven de las disciplinas del proyecto, el diseño interviene hoy en todas las actividades productivas y en todas las áreas industriales y se ha convertido en un vector tan económico como social y cultural. Su práctica atraviesa cada vez más territorios y conecta más actividades profesionales. Paralelamente, la enseñanza del diseño, para responder a una sociedad global y compleja que demanda profesionales más capaces, se abre y ramifica abarcando más disciplinas conceptuales y desarrollando nuevos conocimientos complementarios.

Un mundo cada vez más complejo demanda de los diseñadores una formación diferente, adaptada a la nueva realidad para poder ofrecer el servicio que espera una sociedad en constante transformación, con comportamientos cambiantes (individual y colectivamente) en el que se adoptan nuevas lógicas ante las organizaciones políticas y sociales y en donde el entorno, los medios de transporte y de las comunicaciones, la arquitectura, el mobiliario o la indumentaria son factores de influencia que participan en la evolución de lo local frente a la globalización. Una mutación profunda y acelerada en la que debe moverse los diseñadores que formamos.

El diseño no solo debe contribuir a la innovación económica sino a la innovación social y debe consolidarse como una herramienta estratégica para adaptarse a los nuevos escenarios. El reto del espacio educativo consiste ahora en abordar estas necesidades, proyectando la formación del diseño hacia los objetivos de innovación para la construcción del futuro.

Si bien la formación del diseñador debe estar orientada a intervenir en un contexto global, no podemos obviar la importancia del diseño como factor clave en el desarrollo económico y social de los contextos territoriales específicos, y en los que los centros educativos pueden ejercer una influencia más directa. Atender a los retos que se plantean en el entorno próximo desde una estrategia educativa supone una oportunidad única. Los centros de enseñanza, a través de su labor docente e investigadora, pueden adoptar un papel protagonista en la creación de un ecosistema social innovador, generando conocimiento y metodologías y aplicándolas en beneficio de un cambio social y económico positivos en su entorno próximo.

El Encuentro BID, en su convocatoria 2017, propone estudiar, analizar y debatir los fenómenos que más impactan a la formación y la producción profesional del diseñador desde un contexto tanto global como local, para compartir experiencias y conocer y divulgar el alcance y la influencia de esta situación en la identidad del diseño en cada país. La enseñanza del diseño puede ejercer una influencia positiva en el entorno más inmediato a través de propuestas formativas que contribuyan a su territorio de manera clara y por dos vías.

En primer lugar, en el ámbito empresarial, identificando aquellas áreas donde el diseño puede intervenir para producir un impacto positivo en el mismo, por un lado, colaborando con las empresas en la creación de productos, procesos y formas organizativas nuevas, o considerablemente mejores, que aporten valor a las mismas y por otro, contribuyendo a modificar progresivamente la percepción que el mundo empresarial tiene del diseño, impulsando su integración en las empresas de forma sistemática, de manera que lo contemplen como un factor clave en el éxito de su actividad.

En segundo lugar, en el entorno social, analizando las necesidades que el diseño puede contribuir a solucionar. Muchos de los retos a los que se enfrenta Iberoamérica están relacionados con cuestiones sociales cuya resolución excede en ocasiones la intervención del sector público y en donde el diseño y sus metodologías pueden aportar nuevas soluciones que incrementen la calidad de vida de los ciudadanos.