El proyecto utiliza al chocolate como vehículo para trabajar el desarrollo de la inteligencia emocional, una herramienta importante y poco tenida en cuenta en la escolaridad. Se propone generar dinámicas áulicas a partir de entregarle a los niños cinco chocolates que representan distintas emociones, para, a través de ellos, enseñar a reconocerlas y trabajarlas. El objeto/alimento permite establecer el vínculo entre los sentidos primarios (especialmente, el gusto, el olfato y el tacto, que dejan huellas mnémicas profundas) y las emociones. Es una propuesta pensada para que esta temática sea llevada adelante por las instituciones educativas en el ciclo inicial y primario.